domingo, 15 de febrero de 2009

300 words

Los árboles son apenas manchas visibles através de las ventanillas del coche. Los colores de un día soleado se expanden a tu alrededor.
¿Qué es el hombre? ¿Qué sentido tiene la vida? Preguntas que se hicieron a finales del siglo XIX, asoman por la ventanilla. Es un buen momento para pensar en ellas.

Obviamente, son preguntas difíciles que no todo el mundo puede responder. Ni siquiera tú, ni siquiera yo.

La velocidad aumenta y, de pronto, observas que aquella gran bola de fuego que todos los seres vivos del planeta adoran, ha explotado. Se quema lentamente, a medida que la velocidad aumenta. La carretera se transforma, poco a poco, en un extraño jardín. Es tan inesperado que ni siquiera te asustas.

Lo has visto todo: el hambre tan aterradora que azota los países más paupérrimos. Aquellas lágrimas que recorren las sucias caras de los pobres, y aquellas otras que recorren las de los ricos, tristeza y alegría. Has visto las olas de sufrimiento que engullen el mundo, todas las etapas de tu vida... El silencio apaciguador de aquel jardín te ha puesto nervioso y has oído las agujas del reloj moverse... Te sientes ciudadano del mundo entero. Algunas veces nos preguntamos cuál de los caminos escoger. ¿Eliges...?

Todo vuelve a la normalidad, la carretera te rodea. Te sientes vivo, fuerte. Y sabes que lucharás por un mundo libre, sin fronteras ni límites... Sabes que va a ser difícil pero no me defraudarás a mí, ni al mundo. Porque sabes que sigo a la gente que me interesa, y la única gente que me interesa es la que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo; la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes sino que arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas...



dont copy that, please.


m.